lunes, 10 de enero de 2011

Cuento de Pablo Toraya Martínez

Érase una vez un niño muy trabajador, cuando algo se caía él muy responsable se ofrecía para limpiarlo; ellos le decían que sí pero a veces le decían que no, y como era muy responsable les decía que vale, ellos se ponían muy contentos. Y esta historia que os voy a contar, va sobre cómo el niño se hizo así.

Un día el niño, que se llamaba Diego, estaba en el parque echando pan a las palomas cuando apareció su madre y le dijo: las palomas te quieren y Diego le contestó: no, las palomas sólo me quieren porque les hecho pan. Su madre le dijo: eso creía yo a tu edad pero un día no les traje pan y se quedaron igualmente. Entonces Diego, mientras volvían a casa, se quedó pensando en lo que le había dicho su madre, ¿y si su madre tenía razón?. La verdad, no sólo se podía creer que las palomas le querían sólo porque les echaras pan, y entonces Diego, un niño tan malo que ni os lo podéis imaginar, siempre después de aquel día en que su madre le abrió los ojos, cuando se iba a enfadar pensaba en aquel esplendido día y entonces decía: no me pienso enfadar. Desde entonces todos viven muy felices con él.

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